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Este verano, aprovechando el recorrido que me trasladaba desde las piadosas aguas de Lourdes, hasta el sápido pulpo de Pontevedra, pude disfrutar de las dos marineras capitales vascas, San Sebastián y Bilbao, antaño tan diferentes una a otra; aristócrata y señorial la que se deja mecer por el oleaje del mar, destartalada e industrial la que se asienta a las orillas de la ría del Nervión. Esa fue la impresión que me causaron la primera vez que las visité, Donostia resplandecía de brillo, el sol iluminaba de una forma especial las cristaleras de los edificios y la blanca barandilla de La Concha; Bilbao olía, no se que decir a que olía, pero no eran agradables sus efluvios, el color de su ría era de chocolate aguado y por doquier deterioradas vallas intentaban ocultar lo intapable: montones de instalaciones corroídas, que a lo largo de sus riveras no tenían fin, hasta cuando había sol, la ciudad parecía gris. Las dos mantenían un vetusto y animado barrio viejo, pero era lo único que las asemejaba.
El denostado por algunos “Estado de Las Autonomías” ha generado que nos volquemos en la mejora de nuestras Comunidades y no solo se nota en el País Vasco, también en el resto del estado, prueba antagónica y concluyente de ello lo tenemos en este Madrid que nos lo están convirtiendo en plástico, quitándole su sabor y ese tipismo y color que también antaño tenia. Pero no todos los dineros se usan para bien de los vecinos, unos mejoran sus ciudades, ...................otros mejoran sus bolsillos o los de sus pijas amistades. Pero volvamos a lo nuestro que de lo demás ya hay literatura de sobra, que no reflexiones colectivas. Hoy Bilbao y San Sebastián están mas igualadas que por aquel entonces, las dos han crecido y las dos siguen manteniendo ese viejo barrio que las da sabor y que siempre he utilizado para tomar esos “chiquitos”, pena que los pinchos hayan subido muy por encima de la inflación.
En las dos se han hecho grandes inversiones, sus alcaldes, el peneuvista (perdón por la expresión, pero no es mía) Azkuna en Bilbao y el socialista Elorza en Donosti, han transformado a mejor su entorno, sobre todo la primera de ellas, recuperando lo que fueron las roñosas instalaciones industriales y dejando un aspecto desconocido en la urbe.
Pero me quiero ajustar en lo que hoy son los símbolos culturales de las dos ciudades y en los que centré mi ultima visita, por un lado el Centro Kursaal, por el otro el Museo Guggenheim. Los había visto solo por la prensa, en distintos artículos y fotos, también por la televisión. Los medios los alababan en extremo a los dos, uno factura del afamado y navarro arquitecto Moneo, el otro diseño del artista-arquitecto y canadiense Gehry. No quiero en estas notas llevarme dejar por análisis previos a mi periplo por estas capitales vascas. Ya conocía los gustos por los cuadriláteros volumétricos de don Rafael, he visitado el museo de Mérida y la ampliación de El Prado y si bien sus interiores están conseguidos, por fuera son simples cubos, o cubos simples, no se come mucho el coco el señor Moneo en su diseño integrador de sus obras con el entorno urbano. De Gehry no conocía nada personalmente, pero sus diseños del museo de Bilbao, la Casa Danzante de Praga, el hotel de la bodega Marqués de Riscal en Elciego (Rioja Alavesa), el museo Vitra de Basilea o la sala de conciertos Walt Disney en Los Ángeles, me llamaban la atención por su rompedora forma de llenar los espacios y por crear en ellos una amalgama de formas curvas, con materiales que los hacen brillar a cualquier hora, ya sea día o noche.
La visita de las dos urbes me gusto, y no hizo mas que afirmar mis prejuicios hacia el de Navarra. Tengo que aclarar que el interior del Kursaal no pudo ser ollado por mis ojos, toda vez que estaba cerrado al publico, también reconocer a su favor que esas formas geométricas a las que nos tiene acostumbrados, esta vez me fueron menos monótonas y mas luminosas que las que le han precedido en sus trabajos. Pero no tengo por menos que criticar y esto no se lo atribuyo a él, la ubicación de los edificios (pues son dos) están en el comienzo del Paseo de la Playa de Zurriola y si bien su vista desde el puente es pasable, no lo es desde cualquier otro lugar. Han desaparecido las vistas de las fachadas primerizas del barrio de Gros, edificadas en los umbrales del siglo XX, como hermanas pequeñas de La Concha, y ahora sucumben bajo las sombras de estos paralelepípedos de cristal. Imaginemos por un momento las reacciones que se hubieran producido, si esta instalación se hubiera situado en la otra orilla del Urumea, en la playa aristocrática y emblemática de La Bella Easo.
Por el contrario el sitio elegido para el Guggenheim de Bilbao, no puede ser más idóneo, en el barrio de Abandoibarra, a orilla de la ría, en un lugar donde anteriormente estaban los muelles para descarga de contenedores de los buques que cruzaban la ciudad junto a sus calles y que también han desaparecido con esta edificación.
En el museo bilbaíno caprichosas formas de un resplandeciente “titanio” nos acogen dándonos la bienvenida, todo es capricho en cuanto a sus vértices. Gerhy ha querido dejar su idea del espacio en laminas que no guardan el equilibrio de la verticalidad pura y juega con las formas para hacerlas irreales, es como si los vientos que recorren la encajonada orilla del Nervión hubiesen modelado estas planchas a su antojo. El edificio parece un barco futurista, recorrerlo por su exterior es en si una excursión cultural, nada se repite, solo el color y los reflejos, que a cada hora del día se tornan mas caprichosos, la noche también es especial en él, aun cuando la iluminación que tiene no ha sido afortunadamente exagerada. Orgullosos pueden estar los estudiantes de la Universidad de Deusto de tener este edificio justo enfrente.
Su interior es también espacio, grandes zonas donde la luz es la constante, aquí las líneas siguen igualmente la marca de su exterior, domina el blanco como elemento y eso le confiere una resplandor especial, sus salas son desiguales y siguen una disposición audaz con respecto a los clásicos museos. De sus exposiciones no voy hacer prácticamente mención, pues sobre el arte en general y mas concretamente sobre el arte vanguardista no soy el mas idóneo para hacer critica, me gusta o no me gusta, me pasa como con los vinos,............ No soy tan atrevido como para opinar sobre un tema que en general desconozco, pero si quiero hacer reseña especial sobre la obra de Richard Serra y su sala de esculturas minimalistas creadas sobre gruesas laminas férricas, entre las cuales podemos pasear, formando parte de esas enormes áreas como elementos adicionales de esas composiciones, elementos complementarios a las formas generales del museo................me gustaron.
Todo el edificio es una obra de arte en sí y de hay sus criticas, devotos detractores lo critican por que su diseño artístico, desmerece su contenido y alegan que eso nunca puede pasar en un museo, que su continente supere a su contenido.
De nuevo no quiero dejarme llevar por mis obsesiones, ..............o si, que coño, pero comparando el Guggenheim con el Kursaal son la Bella y la Bestia, el Yin y el Yang, la luz y las tinieblas, el día y la noche, el blanco y el..................... gris.
Solo deseo a los que no lo conozcáis, que os acerquéis a Bilbao para verlo.
Bonito artículo, previo o posterior a una visita a Bilbao.
ResponderEliminarPrevio porque invita a ir, posterior por los recuerdos vividos. Sin duda el Guggenheim engancha . . . no ves el momento de dejar de mirarlo, admirarlo y sentirlo. Las fotos fantasticas, espero conseguir la paciencia y habilidad para que me salgan parecidas . . . Buen maestro tengo.
J. de China.
LO DEL GUGGENHEIM ES UNA DE MIS ASIGNATURAS PENDIENTES, LO TENGO A 90 KM DE CASA PERO ME RESISTO. TENGO UNA ESPECIAL TIRRIA POR BILBAO. MIS RECUERDOS DE BILBAO SON COMO DECIAS, DE UNA CIUDAD SUCIA Y CONTAMINADA, MEJOR DICHO MUY SUCIA Y MUY CONTAMINADA, QUIZAS LA MAS SUCIA Y CONTAMINADA DE ESPAÑA. SUPONGO QUE DESPUES DE LA GRAN CRISIS INDUSTRIAL, TODO EL CINTURON DE HIERRO QUE ATENAZABA BILBAO HABRA DESAPARECIDO.
ResponderEliminarPERO APRECIACIONES APARTE, ESTA CLARO QUE TENGO QUE IR. YA TE CONTARE
UN ABRAZO PACO EL ESKIMAL
Durante muchos años, y por las gestiones jeltzales (peneuveras) de los antíguos gobiernos vascos, cai todo el dinero para infraestructuras iba a parar a Bilbao: Guggenheim, Euskalduna, Bilbao Exhibition Center, ampliación del aeropuerto....Y muy poco para el resto Kursaal (estuvo veinte años siendo un solar) en Donostia o el infrautilizado aeropuerto de Foronda (Vitoria-Gasteiz). Claro que Bilbao mejoró, utilizando el dinero que no llegaba a otros lugares, como la feria internacional de Irún. Porque había que relanzar un turismo que nunca tuvo y quitarse de encima tanta fábrica abandonada de Zorroza o los AHV de Barakaldo. Claro que Bilbao está bonito, pero utilizaron nuestra pasta racaneándonos los arreglos al resto.
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