De estos asentamientos nos han llegado a la actualidad mas de 800 aldeas, salpicando toda la geografía de la zona, la mayoría de ellas aisladas en los paramos, abandonadas por sus moradores en las postrimerías del siglo IX.
Bien conservadas, en muchos casos por la singularidad de sus construcción y la calidad de sus materiales, son el escenario de un museo no programado y casi viviente de una realidad diaria ocurrida hace mas de 1.500 años.
¿Cómo y porque estos lugares dejaron de ser habitados de forma espontánea en una época determinada?.......es una incógnita y un misterio que los arqueólogos y antropólogos de hoy en día todavía no han sabido resolver, misterio que aumenta el interés por su visita.
A su alrededor podemos encontrar actualmente localidades de población musulmana, en algunos de los casos con casas bizantinas integradas dentro de la misma aldea, pero estas son excepciones; no parece que haya habido una integración de ambas culturas, tampoco han sido profanados los símbolos religiosos de carácter
Pasear sus soledades es trasladarnos a otra época, casi podemos oír las voces de sus originarios moradores, la imaginación nos transporta al pasado, nuestras miradas investigan todos sus espacios y recovecos, nuestros pies saltan de piedra en piedra buscando misterios imposibles de descifrar.
Dedicamos un par de días a visitar estos lugares, días grises y lluviosos, de cielos encapotados, pero también regalados por momentos de luz, donde los relieves de sus dinteles cincelados con su imaginería, quedaban grabados no solo en nuestras fotos, si no también en nuestras mentes.
Camino de Qala’at Sama’an (fortaleza de San Simeón)

Curiosa es la historia de este santo asceta, que junto con Ignacio y Juan Damasceno se asentaron por esta tierras, dedicando su vida de eremitas al misticismo de sus creencias. Simeón fue un curioso pastor que en el siglo V, tras una visión divina ingreso en un convento, pero al resultarle monótona la vida monacal se retiro a los montes en donde decidió vivir en lo alto de una columna de tres metros, la cual a lo largo de 36 años fue haciéndola crecer hasta conseguir que tuviera una altura de quince metros, donde encadenado al cuello paso el resto de su vida sermoneando a los peregrinos que por su fama acudían al lugar, de hay le viene a este singular personaje el apodo de “el estilita” (del griego stylos = columna). Al fallecer, en ese el mismo lugar se levantó una basílica que en su tiempo fue la de mayores dimensiones del mundo cristiano, la que en lo alto de una colina con impresionantes vistas de sus alrededores visitamos.
Sobre la historia de este extravagante o loco santo, Luis Buñuel en 1965 rodó "Simón del desierto", en ella el cineasta con su peculiar acidez critica nos traslada su vision peculiar de la vida de este insolito personaje .
No muy lejos de allí aislada en una colina, podemos visitar la basílica de Mushabbak del siglo V, en sus inmediaciones una familia de beduinos allí asentada con sus ovejas, nos acompaña en nuestro recorrido.
Al sur de Aleppo esá la mayor concentración de estas “Ciudades Muertas”, en el espacio de un pañuelo podremos visitar un montón de ellas, pero es sin duda Sergilla la que mas nos dará una idea de la forma de vida de sus antiguos habitantes. Es la mas sugerente y mejor conservada de todas, calles intactas, basílicas, hospederías, palacios, almazara, baños, lagar, necrópolis, termas, ...........etc.;
Visitamos tambien Al-Bara, la mas grande de todas y que habremos de descubrirla entre los olivos, aquí podremos encontrar unos curiosos y originales sarcófagos de forma piramidal. En Jerada son unos chicos los que nos van mostrando los restos, que en algunos casos están integrados en la nueva población.
A la mañana una torrencial lluvia nos guió hasta refugiarnos en la población de Ma'arrat al-
Estos hechos no solo están documentados por cronistas musulmanes de la época, como contarán Ibn-al-Atir o Usama Ibn Munqidh, también están relatados por cristinos participantes en la toma de la ciudad como Alberto de Aquisgrán o el cronista franco Raúl de Caen.

Estos acontecimientos llegaron un año después a conocimiento del Papa Urbano II (promotor de esta “Cruzada”) , justificándose los mismos por "la terrible hambre que asaltó al ejercito en Maarat y lo puso en la cruel necesidad de comer cadáveres de los sarracenos”. Desconociendo por mi parte hasta la fecha si este episodio conllevó la excomunión de los instigadores de esta matanza o si alguna conferencia episcopal de entonces négara la comunión a alguno de sus ejecutores.............. y aquí llamamos integristas a los de allí, .......................pero esto es la historia y así la tengo que contar.
Punto y aparte merece Apamea, muerta como ciudad hace ya casi novecientos años, no
Asentada en una verde campiña sobre una colina en las cercanías del río Orontes, Apamea se convirtió en un importante centro mercantil que unía el puerto de Latakia con el oasis de Palmyra. Con la caída de Bizancio, fue poco a poco cayendo en declive hasta que terminaron con ella los seísmos de 1157 y 1170, dejándonos hasta ahora los restos de su decadencia, sobre los que nos imaginamos lo que puedo ser esta urbe en su pleno esplendor.
La ciudad de las “mil columnas” rivaliza con Palmyra en su grandiosidad y belleza, una calle columnada de casi dos kilómetros nos
