lunes, 31 de enero de 2022

- Salinas Espartinas - Vega del Jarama

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Por toda la geografía del interior peninsular podemos descubrir unos espacios que antaño fueron importantes lugares de actividad pero que hoy prácticamente se hallan en el olvido, son las salinas continentales, salinas de manantial o salinas de interior. Contaron en el pasado con todos los privilegios, incluso los reales, pero los nuevos tiempos, la mecanización y sobre todo la mejora de los medios de trasporte, hicieron decaer paulatinamente su actividad hasta la práctica desaparición, beneficiándose de estas transformaciones las salinas de litoral (sal marina), mucho más rentables y con más capacidad y posibilidades de mecanización. 

La progresiva implantación y expansión del ferrocarril a lo largo del siglo XIX ocasionó el declive de la industria salinera tradicional o continental, desapareciendo progresivamente hasta mediados del siglo XIX (1850) en un número aproximado a las trescientas salinas, al abaratarse los precios del transporte, floreciendo a partir de entonces las "salinas de mar". Tenido que añadir a esta circunstancia la existencia de otros los métodos de conservación de alimentos mediante el frio que a partir de entonces se comenzaron a implantar. 

Desde principios de la humanidad la "sal" siempre ha sido un elemento indispensable para vida humana, y a medida que la civilización iba progresando, se consolidaba como condimento y como agente conservador de muchos alimentos. Ha sido utilizada como factor de trueque o de intercambio, e incluso como unidad monetaria. Usándose así mismo, en la producción de aceites y lácteos, en la elaboración de conservas y salazones, en el proceso de curtido de cueros y pieles, para descongelar placas de hielo o nieve, y para otras múltiples y variadas funciones. 



En nuestra latitud los depósitos salinos se originaron por el denominado "Mar de Thetys", que hace alrededor de 150 millones de años cubría parte del continente que ahora conocemos como "Eurasia", comprendiendo gran parte del mismo la Península Ibérica (fundamentalmente la mitad oriental). Con el tiempo, los cambios climáticos y los efectos telúricos, ese mar comenzó a emerger, evaporándose sus aguas y dejando unas enormes y gruesas capas de sales en su superficie, que por la acción de los movimientos tectónicos comenzaron a agrietarse y soterrarse, quedando en muchos casos a decenas de metros de los suelos que pisamos. Siendo las aguas subterráneas existentes en los niveles freáticos, quienes buscando una salida al exterior fueron disolviendo esas sales, formando los manantiales salinos que por gran parte de nuestra geografía podemos encontrar. 

Al ser un elemento clave para el desarrollo del ser humano, muchas poblaciones se ubicaron cerca de los depósitos de sal para controlar su comercio. Siendo en la china del siglo XVII a. C. donde se tiene la primera constancia documentada de su uso: un lugar situado en una zona montañosa con abundantes lagos salados al norte de país. Más próximo a nuestras culturas, fueron lógicamente los egipcios los que nos dejan las primeras referencias de su utilización, usándose tanto en alimentación como en ritos mortuorios. Habiéndose encontrados restos de sal en momias datadas en el 3.000 a. C. 

Siendo los romanos los que verdaderamente desarrollan su expansión por toda Europa, haciendo de la sal un elemento sustancial en la cotidianidad de sus habitantes. Hasta tal punto que prácticamente que casi todos sus campamentos y asentamientos se instalaban cerca de lugares donde hubiera sal. Creando rutas concretas para el reparto y transporte del apreciado mineral, hasta el punto que a las calzadas que enlazaban sus poblaciones se las denominaba "vías salarias". 



De su nombre "sal" proviene "salario". Siendo "salarium" la paga o ración que recibían diariamente en sal los soldados romanos, jornal o "soldada" que posteriormente fue sustituido por dinero. 

Para hacernos una idea: un litro de agua marina contiene un promedio de entre 33 y 39 gramos de sal, cantidad muy por debajo de la salinidad que pueden llegar a tener las salinas de interior, donde su concentración oscila entre los 200 y los 240 gramos de sal por litro. En el Mar Caspio encontramos porcentajes de 12 gramos por litro, mientras que en el Mar Muerto esta oscila entre los 350 y 370 gramos. Cada gota de agua marina contiene aproximadamente un 3,5% de sal, poción que nos puede parecer ínfima, pero si acopiáramos toda la sal existente en los océanos sobre la superficie terrestre, cubriríamos todo su espacio con un espesor de 150 mts. de grosor. 

Está considerada como el condimento más antiguo usado por el ser humano, siendo el único mineral comestible. Su nombre científico es "halita", atribuyéndole en la antigüedad poderes sobrenaturales. Homero la denominaba “sustancia divina”, los primeros cristianos la vincularon con el conocimiento, la longevidad y la veracidad, siendo los romanos quienes ponían sal en la boca de los recién nacidos para proveerlos de sabiduría. 



La primera mina de sal europea de la que se tiene constancia es la de Hallein (ciudad    de sal), en la periferia de Salzburgo (Austria), donde los celtas ya explotaban el subsuelo para extraer este mineral. Pero nosotros no nos vamos a ir tan lejos en la distancia, apenas 40 km. de la capitalina Puerta del Sol, pero si mas lejos en el tiempo. Nos situamos en la Vega del río Jarama, ya en su parte final, en el extremo sur del municipio madrileño de Ciempozuelos, prácticamente en la linde con Toledo (250 m.), a unos centenares de metros del cauce del Jarama, a 11,5 km. de San Martin de la Vega por la M-307 y 5 km. antes de llegar al Puente Largo de Aranjuez. 

Estos datos nos sitúan en las Salinas Espartinas, una de las explotaciones de sal más apreciables y antiguas de Europa, las segundas más importantes del continente. Minas que a lo largo de su Historia fueron capaces de abastecer el consumo de todo el centro peninsular, conjuntamente con las extensas y majestuosas Salinas de Imón (Guadalajara), así como las de Belinchón (Cuenca) o Villarrubia de Santiago (Toledo). Que si bien disfrutaron de una importancia relevante en el pasado, al presente sufren el irremediable halo que antecede a las tinieblas del olvido. 

Las Salinas de Espartinas forman un yacimiento singular dentro del territorio peninsular, ya que prácticamente y sin paréntesis han estado en uso desde Neolítico Final-Calcolítico hasta mediados del siglo XX. Habiéndose encontrados vestigios de su explotación al menos desde Edad del Bronce (hacia el 2.000 a. C). Usándose en aquellos tiempos el sistema de cocción en barro para la elaboración de una torta de sal. Este sistema se fue transformando hasta que en la edad media ya se comenzó a emplear las valsas de evaporación, método que se ha extendido hasta nuestros días. 

Motivados por esta remota y perenne actividad, en sus rededores se asentaron las diferentes culturas que se han ido sucediendo en nuestra piel de toro: asentamientos del la Edad del Cobre y Bronce, poblados carpetanos del Hierro, villas romanas (aun pendientes de identificar), así como los sucesivos pueblos que en nuestras tierras se asentaron como los visigodos y los musulmanes. Estos últimos dejando un rastro bien visible que podemos vislumbras en las numerosas  cuevas e hipogeos, algunas de las cuales aún conserva los arcos en herradura, y el mihrab de morabitos y mezquitas. También se constata la existencia de construcciones monacales como el convento de San Juan de las Espartinas, del que apenas quedan restos, pero que en 1851 aun estaba en pie y de uso, según las laminas elaboradas por el naturalista suizo Juan Mieg, de cuando se inauguró el ferrocarril Madrid - Aranjuez. 



Se   tiene constancia de que a finales del siglo XIX existían 19 balsas o eras de evaporación., de las cuales una docena tenían sus paredes recubiertas de madera. Mientras que en el resto sus bordes estaban cubiertos por esteras de esparto, material abundante en la zona y de donde procede el topónimo de las salinas "Espartinas". Si comparamos los planos de estas balsas realizados en 1860, con las fotos aéreas del conocido "Vuelo Americano" de 1956, veremos que son prácticamente las mismas. 


Ubicadas en un entorno de cerros yesíferos, al solano del Barranco de Valdelachica, recogiendo toponimio seguramente por la gran cantidad de espartales que cubren estos empobrecidos suelos de la margen derecha del Jarama. Detentan un situado de más de 380 hectáreas donde se han encontrado un conjunto de 15 yacimientos arqueológicos, relacionados en su mayor parte con la explotación de la sal, así como se han podido documentar  hasta 42 cuevas utilizadas para diversos fines (habitáculos y sepulturas) en el tramo bajo del Arroyo de Salinas. Confirmando que la actividad relacionada con la sal se ha ido desarrollando desde tiempos inmemoriales, alcanzando un abanico cronológico desde la prehistoria hasta prácticamente la actualidad: neolítico, calcolítico, edad del bronce, época romana, musulmán y cristiana, hasta mediados del siglo XX, atribuyéndole una explotación permanente de más de 7.000 años.
 



En el sureste madrileño se pueden documentar numerosas salinas: Aranjuez, Villamanrique de Tajo, Valdilecha, pero son las Salinas Reales de Ciempozuelos (Espartinas) las más importantes y las que mayor número de referencias históricas se pueden documentar, remontándose los primeros legajos al siglo XII. Se sabe por ellos que durante el reinado de Felipe II se llegaron a producir casi un millón y medio de kilos de sal al año. Siendo su producción por aquella época monopolio real, durando este privilegio hasta 1869 (exilio de Isabel II). La obtención de sal en Espartinas a mediados del siglo XIX ascendía a 565.000 kg/año, estando en funcionamiento diecinueve balsas de evaporación, que cubrían una superficie de unos 6.000 m2. En la actualidad de ellas solo se distinguen cuatro, pero únicamente una se puede observar íntegramente, es conocida como “Balsa-calentador de San Miguel”, que situada próxima a la boca-mina tienes unas dimensiones aproximadas a los 30 x 15 mts. 

Ya el siglo XX, durante la Guerra Civil en febrero de 1937, esta zona fue uno de los escenarios de la cruenta Batalla del Jarama, restos de aquella contienda quedan abundantes por toda la zona (bunkers y fortines, casamatas, trincheras, refugios antiaéreos, nidos de ametralladora…. etc.), que aun se encuentran en un aceptable estado de conservación. Tras la contienda, la explotación de la "sal de interior" se redujo de forma sustancial al dejar de ser rentable, quedando aquí apenas unas pocas familias que subsistieron de esto hasta la década de los años 60 del siglo pasado. 

Es durante la época gloriosa de la mina, -primera mitad del siglo XIX-, cuando se comienza a obtener del interior de las galerías sulfato sódico, empleado para la fabricación de vidrio, jabones y otras materias. Elemento que también se extrae en más cantidad en las no muy lejanas minas de Consuelo, Amparo y Protectora, que ubicadas rio Jarama aguas arriba solo les separan 10 km. Cabe reseñar que durante 1826 y en estas minas de Espartinas, fue descubierta por el científico José Luis Casaseca la "thenardita", un sulfato de sodio (Na2SO4), que curiosamente es uno de los escasos minerales descubiertos en España. 

Espartinas no es un sitio llamativo, ni de evidente emplazamiento singular, pero lo que más sorprende es que, siendo un enclave perteneciente en la Red de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid, así como Bien de Interés Cultural desde el año 2006, no exista ninguna indicación para llegar, tampoco paneles informativos, ni otros elementos de divulgación para mantener medianamente documentados a los ocasionales visitantes que hasta este lugar nos acercamos.  

Es además lamentable que un lugar así se halle en tan pésimo estado, debido a la desidia de las instituciones responsables: Ayuntamiento de Ciempozuelos y Comunidad de Madrid. Encontrándonos en vez de un entorno de interés y cuidado que nos hiciera investigar entre sus restos, sin embargo lo que observamos a nuestro alrededor es un lugar intrincado, desmoronado prácticamente en su conjunto e invadido por la inmundicia. Las cuevas que se han ido desarrollando desde la edad del cobre hasta nuestros días y que son motivo de estudio por su interés, están prácticamente abandonadas y con restos de botellones en sus alrededores. Las balsas de decantación y evaporación para lo obtención de la sal, no han tenido mejor suerte, quedando apenas una de ellas en estado de semi-ruina. Esto es desidia y no "libertad", pudiendo ser si se acondicionase correctamente, una atracción turística que produciría un valor añadido a la economía de esta zona del sur madrileña tan castigada económicamente por los últimos avatares. 



Al consolidarse esta actividad en el área, se fueron arraigando en sus contornos pequeños grupos humanos durante las Edades del Cobre y del Bronce. Los cuales se transformaron en poblados carpetanos durante la Edad del Hierro, villas romanas en tiempos del Imperio, asentamientos visigóticos o altomedievales posteriormente, y tras la invasión árabe en alquerías y cuevas musulmanas. Para ya en tiempos de reconquista consolidarse un pequeño poblado cristiano (hoy en día desaparecido) entorno a un priorato al que se le conoció como Monasterio de San Juan de las Espartinas. Ya nos traslada el Diccionario Geográfico Universal de 1831, que las salinas toman el nombre del monasterio y el núcleo de población, ya por aquel entonces "despoblado". Marcando la mencionada publicación su situación a una "distancia de unas 100 varas hacia el S. del despoblado de San Juan de Espartinas" (100 varas serian unos 83 mts.). 

Es durante la Edad Media cuando se erige la Ermita de San Juan Bautista de Espartinas. Sufriendo durante el siglo XVIII, en plena Guerra de Sucesión, los desmanes de las tropas del archiduque Carlos (los Carlistas), que profanaron la ermita de San Juan de Espartinas (anejo a la parroquia de Santa María Magdalena de Ciempozuelos). Pero no fue hasta pasada la mitad del siglo XX, en que la sal de estas tierras dejo de ser rentable, cuando se abandona la ermita y las casas aledañas que aun quedaban en pie. 

La aridez del paisaje; similar a otras zonas desérticas de España, como pueden ser el Desierto de Tabernes, Los Monegros o las Bárdenas Reales; sirvió como interesante lugar para situar la acción de algunas filmaciones de pantalla grande allá por los años sesenta y setenta del pasado siglo. Usándose como atrezo las ruinas del monasterio de San Juan de Espatinas, haciendo las funciones de fuerte, se rodaron westerns y películas bélicas algunas de ellas dirigidas por directores foráneos. 

Ahora, una vez ya informados de por dónde estamos, nos ponemos a recorrer este lugar de la Vega baja del Jarama. El recorrido es corto, pero lo podemos alargar todo lo que quedamos y visitar un montón de restos de la Guerra Civil que por la zona de encuentran esparcidos: bunkers, trincheras, refugios antiaéreos, etc. Pero lo fundamental es poder comprobar cómo desde hace miles de años en estos barrancales se extraía la sal, y como todavía de la propia tierra aun mana este elemento que se deposita por los caminos de transitamos de forma natural. 

Debo de hacer hincapié en visitar durante el recorrido algunas de las cuevas existentes en el Barranco de de Valdelachica (Arroyo de las Salinas). Estando las mas "aparentes" en su margen izquierda (derecha subiendo), ya que las existentes de la orilla correspondiente a las salinas, han sido muy afectadas por los derrumbes y árcticamente no queda ninguna visitable. Su posible origen puede estar originado en la época del "alto-medievo" durante el tiempo de la ocupación musulmana de la península ibérica, pero no se descarta que su antigüedad sea aun anterior. En una de ellas, la catalogada como "IX" por los arqueólogos, estas han podido apreciar la existencia de un posible mihrab musulmán y en otras se pueden observar algunas hornacinas. Estas oquedades fueron usadas como refugio en diferentes periodos históricos, siendo por ello que su datación histórica sea dificultosa. Siendo uno de sus últimos usos durante la contienda civil de los años 30 del siglo pasado, siendo escenario de la Batalla del Jarama.




martes, 25 de enero de 2022

- Covaloria…… en la Sierra de Cabrejas (Soria)

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Hoy toca pasear por la Sierra de Cabrejas, la alineada formación caliza; cual si fuera una barrera o muro coronado en meseta y sin apenas cumbres; que cuando circulamos por la carretera Soria-Burgos nos acompaña a siniestra durante un buen rato. Esbelto farallón rocoso que se prolonga desde la población de Fuentetoba hasta la aldea de Muriel Viejo, llegando prácticamente al complejo kárstico de La Fuentona. Siendo esta definida "raya" -con una altitud media de unos 1350 mts- quien divide la campiña soriana entre los paisajes más mediterráneos y los acentuadamente atlánticos, situándose los pinares a meridión y las sabinas a septentrión. Constituyendo sus encrestadas cimas un formidable mirador donde divisar, en días limpios y claros, las serranías situadas en los límites de estas castellanas tierras sorianas. 

Aun estando fuera de las rutas "promocionadas" como destinos de atracción para los mortales humanos que hasta tierras sorianas se acercan de otros lugares, la Sierra de Cabrejas esconde junto a esos potentes paredones un paisaje único de alomadas calizas y sabinares, con unos interesantes atractivos que debemos de

resaltar. Siendo precisamente hacia su vertiente sur donde centraré estos párrafos de hoy, pues su entorno kárstico y el monte "El Enebral", forman la parte central del más importante conjunto de sabinas de páramo que existe en nuestra geografía, lo que nos da una idea del entorno por donde nos moveremos, así como del valor natural y paisajístico de esta zona. 

Entre 20 y 25 minutos (25 y 30 km.) se sitúan las poblaciones de Abejar y Cabrejas del Pinar de la capital soriana por el norte (carretera de Burgos). Similar distancia nos llevará si queremos acceder desde Soria por el sur (carretera de Valladolid), a través de Venta Nueva o Muriel de la Fuente. Ambas carreteras, norte (N-234) y sur (N-122), están enlazadas a sí mismo por las SO-910 y la SO-P-5018, que a su vez las conecta una pista forestal sin asfaltar que recorre el "Camino de la Abogada", antigua senda ganadera y ramal de la cercana Cañada Real Galiana. Siendo a mitad de este antaño camino trashumante donde nos encontraremos una bien organizada y vallada explotación de encinas truferas, donde ubicado en su vértice noreste se halla el Refugio Covaloria, lugar donde dejaremos el vehículo para realizar la exploración de la zona. Para llegar hasta allí, debemos de desvíanos en el pk. 8,500 de la carretera que nos conduce desde la Venta Nueva (N- 122) hasta la población de Abejar (N- 234), por una pista forestal de circular algo sinuoso. 

Covaloria

Nos situamos en la parte baja del anfiteatro rocoso de Covaloria, siendo desde este punto donde comenzamos la caminata por una pista poco usada que discurre dirección norte, y que va casi pareja al arroyo de Majallana por el que ascenderemos hasta prácticamente su origen. Observamos como los pinos de repoblación que nos acompañaban al principio se van transformando en bizarras y centenarias sabinas, encontrándonos al poco de comenzar, -a unos 500 mts,- el "Encaño del tío Boillos", una especie de surgencia donde coger agua durante la época húmeda. En un punto determinado la rudimentaria pista desaparece "no" siendo sustituida por una lógica y aparente vereda, un mojón o hito en medio del camino, unas retorcidas sabinas y una rudimentaria represilla en el arroyo, nos indican el lugar. Tendremos que ascender ahora en pendiente ya más seria, por entre las rocas ribereñas del seco cauce del regato, hasta llegar a la base de la franja caliza que conforma el anfiteatro. 



Tomando hacia la izquierda (a poniente) por pequeñas veredas, hasta que al poco comenzaremos a ver las marcas blancas y amarillas que nos indican que estamos en una de las variantes de PR-SO-16, las cuales seguiremos por la vereda que transita la cornisa bajo los farallones de roca. Este trayecto es de una belleza enorme y las panorámicas, que de esta zona hasta los límites de nuestra vista por encima de las copas de los arboles, nos recuerda recorridos por lugares mucho más agretes de otras latitudes más montañosas. 

Es en este lugar y a poca distancia una de otra, donde se encuentran las oquedades de Covaloria, topándonos inicialmente con la "Cueva de los Murciélagos", como indica el cartel que han situado a su entrada (2020), denominación que los espeleólogos catalogan como "Covaloria II". Si descendiéramos a trocha hacia la zona "trufera", nos encontraríamos, -dependiendo de la época del año-, hasta tres surgencias de agua y alguna minúscula cascada, es por ello que a esta soleada zona se la llama "Las tres fuentes", siendo este flujo acuoso el soporte de la balsa de aguas turquesa que podemos ver por debajo de nosotros.  A un par de cientos de metros de la primera gruta nos encontramos "Covaloria", que algo mas grande que su vecina ha sabido atraerse los murciélagos que debió haber en la otra, a los cuales no debemos molestar. Con apenas unos 10 mts. de recorrido y una protección a la entrada para que en su día pudiera guardarse ganado, es quien ha dado nombre a la zona, siendo sin duda uno de los lugares más sugerentes de esta Sierra de Cabrejas. Desde su entrada, en medio del circo que forman las calizas ocres y rojas, se divisa un paisaje de nítidos y amplios horizontes, observando una alfombra verdinegra de sabinas centenarias que se extienden hasta fundirse con las encinas de la Sierra Inodejo. 

Una vez que concluye el tramo por los cortados calizos, debemos estar atentos para salir a una pista muy marcada que transita desde la finca de "encinas truferas" hasta las proximidades de Cabrejas del Pinar y Cabeza Gorda, debiendo de cogerla a la izquierda en descenso y dirección sur. Continuando por ella; entre hermosos ejemplares de centenarias sabinas con sus crespos troncos modelados por los años, cual si fueran la curtida piel de los ancianos de estas ásperas tierras; llegaremos hasta el vallado de la explotación de encinas. Es en este punto, en la esquina que conforma el vallado y junto a la valsa, que si alzamos nuestra vista hacia el noroeste en busca de la oquedad de Covaloria, divisaremos una incipiente barranquera justo por debajo de los farallones calizos, es en esta torrentera donde se encuentra el manantial de Las Tres Fuentes que da nombre al paraje, así como una pequeña caída de agua. Continuando por la orilla del vallado en pocos metros llegaremos al refugio de Covaloria donde hemos comenzado nuestra caminata. 



Un agradable y sereno paseo no muy concurrido por los andarines asiduos de los páramos, que nos llevara entre dos y tres horas, por parajes llenos de encanto, sugestivas vistas y originales olores a naturaleza en estado puro. 



Desde las plantaciones de encinas truferas, por el Camino de la Abogada (ahora convertido en una buena pista forestal) partimos en dirección a poniente, hacia la carretera que nos lleva desde Cabrejas del Pinar a Muriel de la Fuente, justo en el punto donde se encuentra la Taina de Las Veguillas, la cual se ha acondicionado para que se pueda ver cómo era la vida pastoril por estas tierras. En el Sabinar de Cabrejas se han documentado hasta 200 construcciones de este tipo dispersas por el monte, que en su día sirvieron como refugio para el ganado y los pastores.

Sabinares de Cabrejas 

Estamos en medio de los sabinares más extensos y mejor conservados de Europa, estando su desarrollo mejorando con el paso del tiempo, toda vez que la madera de sabina usada antaño para las vigas de las viviendas de estas poblaciones, ahora ha sido sustituida por las de hormigón. Con lo cual la tala se ha interrumpido prácticamente en su totalidad, mejorando lenta y progresivamente la calidad de este tipo de bosque. Monte que con una extensión de algo más de 32.000 Ha, supone el 3,17% de la superficie de la provincia  Prolongandose actualmente desde prácticamente la entrada de la capital soriana (Pico Frentes) hasta la población de Ucero y el Río Lobos. 

Declarados como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), donde se encuentran incluidos dos Espacios Naturales: La Reserva Natural del Sabinar de Calatañazor y El Monumento Natural de La Fuentona. Custodian la mayor representación de sabina albar (Juniperus thurifera, tambien conocida  como enebro) de toda la península ibérica y en consecuencia del planeta. Compitiendo con los Sabinares de la Sierra del Solorio - Jalón (30.000 Ha), situados entre el sur soriano y el noreste de Guadalajara, así con los vecinos burgaleses de Arlanza La Yecla (26.000. Ha). 



Este genero arbóreo solo alcanza el 1% de las masas boscosas, que en tiempos pasados cubrían grandes territorios de la peninsula Ibérica, pero el fuerte apogeo de la agricultura, las talas mal planificadas, y el sobre pastoreo llevaron a esta especia a formar únicamente bosques residuales en nuestro país.



Afortunadamente en la Sierra de Cabrejas se han preservando ejemplares que en algunos sitios alcanzan portes monumentales y una antigüedad que ronda los 2.000 años, como en el caso de la Dehesa de Calatañazor. Siendo completada su biodiversidad con ejemplares de carrascas y quejigos, ofreciéndonos una variada originalidad arbórea.

Otros lugares de interés

El aislamiento "perenne" de estas tierras ha propiciado el mantenimiento en gran parte de una arquitectura rural, que es digna de contemplar, y si bien se ha conservado en muchas de las aldeas de la zona de forma aislada, es en las poblaciones de Calatañazor o La Cuenca, donde estas construcciones populares y una certera conservación han hecho de ellas punto obligado de visita. 

Su suelo formado fundamentalmente por rocas calizas, ha generado un entorno kárstico que podemos apreciar en las numerosas simas, oquedades, torcas, cuevas y surgencias hídricas que han modelado su paisaje como: La Toba (Fuentetoba), La Fuentona de Muriel de la Fuente (nacimiento del río Abión), La Galiana (nacedero del rio Ucero) o El Chorrón de Cabrejas, además de otras muchas de menor relevancia que se extienden por toda su geografía, algunas de ellas solo estacionales.

En la zona de referencia de la Sierra de Cabrejas, se han inventariado hasta 53 puntos de agua, algunos de los cuales sufren gran merma en la época de estiaje. Siendo el caso del Río Cabrejas o Arroyo de la Hoz, donde se sitúa el Chorro de Espeñalayegua (más conocido como Cascada de la Fuentona) que solo tiene agua después de algunas lluvias o en época de deshielo. Se debe reseñar también el manantial o fuente de Fuentervilla, que en tiempos gran relevancia como punto indispensable de aprovisionamiento de agua en este sector de la sierra. 



Pero sobre todo destacar La Fuentona, que Declarada Monumento Natural en 1998, es la surgencia hídrica más importante no ya de la provincia, sino de toda esta comarca Castellano Leonesa. Un potente manantial de aguas subterráneas que tras recorrer varias y peligrosas cavidades sumergidas, sale al exterior para conformar la laguna que conocemos como Ojo de Mar, punto de nacimiento del río Abión. Este lugar es reconocido por su importancia dentro de la espeleología española, toda vez que aquí se batió el 8 de noviembre de 2008 el record de España de espeleología subacuática, al alcanzar los 115 metros de profundidad en el segundo sifón y los 320 metros de recorrido. Siendo de reseñar la actividad llevada a cabo por el programa “Al filo de lo imposible” de TVE en 2002, resaltando los iniciales trabajos del "Grupo Espeleológico Standard" en la década de los años 70. 



Siendo precisamente las gentes del pueblo de Muriel de la Fuente; situado en las cercanías de La Fuentona; quienes se manifestaron el pasado domingo 5 de diciembre, en número aproximado de 300 para exigirle a "Mañueco", hasta ahora presidente de la Junta de Castilla y León, que les ponga "medico físico" por lo menos dos días en semana y que puedan tener una cobertura telefónica decente. Esto es una constante en toda la provincia, origen y motivo del término "España Vaciada" tan de moda ahora mismo……… y muy útil para algunos. 

Es precisamente cerca de la población de Muriel donde podemos visitar Cueva Maja, donde hallaremos unos interesantes grabados rupestres. No muy lejos se encuentra la Cueva del Moro, una más de las cavidades que estos suelos calizos producen con abundancia, como la tampoco alejada Sima del Gato, la Sima del Manzano o las Simas y Cueva de Simancos entre otras. También los hundidos del terreno calizo por la acción del agua formando "torcas", siendo de destacar la Torca de Castellanos y otra pequeña que se encuentra próxima. 

Merecedora de un comentario especial es la Cueva del Monte en Villaciervos, y no por su impronta o magnitud ya que es más bien pequeña, siendo meritoria su reseña por la existencia en su interior de lo que los espeleólogos llaman "gour", una especie de charco de agua con borde calizo haciendo dique, donde se acumula el agua creando un efecto muy vistoso y característico. Al existente en esta cavidad se le conoce con el nombre de Bañera de la Reina, pero debo de hacer hincapié de que se debe visitar durante la época húmeda, pues de lo contrario este efecto no se daría por falta de agua. También es menester reseñar que el lugar sería mucho más vistoso, si no fuera por las pintadas y memeces que los cercanos y descerebrados vecinos de la zona y otros, han dejado por todas las paredes……….. pena me da la falta de cultura. 



No puedo dejar de referenciar en estos párrafos al Pico Frentes, verdadera "proa" de la nao que sería la Sierra de Cabrejas. Altivo y enérgico espolón que divisa la capital arévaca y uno de los singulares miradores que tiene esta tierra soriana. Su amesetada cima recoge las lluvias y nieves que después de filtradas volverán a ver la luz en la Cascada de la Toba, espectáculo de agua y joya de la naturaleza apenas 5 km. de la Soria capital, donde también hay una oquedad, que sirve para el aprovisionamiento del preciado liquido a la población que se sitúa a sus piel Fuentetoba. 



Sin duda estos paramos de la Vieja Castilla harán las delicias de los buscadores de lugares con identidad propia y alejados de las grandes multitudes……… espero encontraros por allí.




martes, 18 de enero de 2022

- Soria (*)Ya

Aquí os dejo un articulo de Jesús Rico publicado en “elplural.com” el día 17-01-2022, del cual la prensa “libre” no se ha hecho eco…………….. como es "normal". 

Soria recibió la mayor inversión de su historia con el 'Plan Soria' de Zapatero 

Castilla y León es la comunidad que sufre los índices más graves de despoblación, de envejecimiento y de éxodo masivo de jóvenes para buscarse un futuro. Desde 1987, cuando el PP entró en la Junta (lleva ya 35 años), la población en la comunidad ha pasado de 2.503.103 a 2.383.139 en 2021, lo que refleja una bajada del 4,79%. Soria es la provincia por excelencia y la zona cero de la despoblación, aunque su población y desarrollo han experimentado diferentes tendencias a lo largo de este periodo de tiempo. 

Fue con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, entre 2004 y 2011, cuando Soria experimentó sus mejores datos de evolución poblacional según los datos del INE. En este periodo, la comunidad experimentó un aumento en la población de 3.571 (4,50%) personas gracias al Plan Soria del presidente socialista. 

En cambio, con el Gobierno de Mariano Rajoy está tendencia se invirtió drásticamente y la provincia pasó a despoblarse en 6.623 (8,30%) personas entre 2011 y 2018. Tras este año, con la llegada del Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos, la provincia ha vuelto a experimentar un pequeño auge, sumando 147 personas a sus habitantes entre 2018 y 2021. 

El Plan Soria con Zapatero

El Plan de Actuación Específico para Soria (PAES) fue aprobado por el Consejo de Ministros del 6 de mayo de 2005, con el Gobierno de Zapatero, con el objetivo de desarrollar la provincia de Soria con una inversión que superó los 800 millones de euros (unos 10.000 € por soriano). 

Las razones que justificaron este plan fueron las cifras del censo que colocaron a la provincia en la más despoblada de España y entre las más despobladas de la Unión Europea y se desarrolló bajo la perspectiva del equilibrio y la cohesión social del país, que exigía que ninguna provincia ni comunidad autónoma podía tener mayores dificultades que las demás para su desarrollo. 

Para superar la situación de desigualdad que ha vivido durante años en la provincia de Soria, el Gobierno de Zapatero articuló cinco líneas de actuación: el uso sostenible de los recursos naturales, el fomento de la investigación y el Desarrollo Tecnológico (I+D) y la Sociedad de la Información, las infraestructuras, los equipamientos sociales y la educación y la cultura. Hasta 2007, el plan preveía unas inversiones de más de 326 millones de euros. 

En 2018, el presidente de la diputación de Soria, Luis Rey, exponía la necesidad de reactivar el Plan Soria y completar los proyectos del Ejecutivo de Zapatero para la provincia, ya que explicaba que estaban inacabados porque no se les había dado “un impulso en los siete años del PP” en La Moncloa. 

Las ayudas Reindus por despoblación

Para mejorar las condiciones en la provincia soriana, también se desarrolló una línea específica para Soria en las ayudas de Reindustrialización. Una inversión de 96 millones de euros que supuso la creación de más de 600 puestos de trabajo directos y más de mil indirectos. 

Pero en 2018, tras un recurso interpuesto por la Generalitat de Cataluña ante el Tribunal Supremo, esta línea específica llegó a su fin, además de las que beneficiaban a otros territorios como Teruel, Jaén, el Campo de Gibraltar o la Bahía de Cádiz. Las líneas específicas estaban enfocadas en dar respuesta a las  necesidades de industrialización de territorios con determinadas carencias. 

Moraleja: "No hay peor ciego que el que no quiere ver". 

(*) = despierta

__  = los subrayados son míos


Soria...... ni te la imaginas

























Porque Soria...... tiene futuro