A unos diez kilómetros de Ribadeo ya en el
Es un espacio mágico para disfrutar un paseo por ella, su acceso solo se puede realizar en marea baja que es cuando únicamente existe la playa,
Un pescador de los de orilla, de los que plantan su caña por encima de los acantilados me comentó que las mejores mareas para visitarla son las de los primeros días de agosto y septiembre (septembrina), en donde el mar retrocede lo suficiente como para poder pasear sobre la arena que el mar nos ha regalado en su descenso y recorrer los tres arcos del final de la playa como si de caminar por debajo de una cripta se tratase.
Este encanto que los años y la naturaleza han tardado en construir es unos de los polos de atracción humana mas importante de la “Marina” de Lugo y por consiguiente a ciertas horas esta petado de gentes de toda índole, habrá que buscar un día de marea madrugona, para que nuestra visita sea acorde con el lugar o bien visitarla en los días invernales a los que humanos multicolores parecen tener repudiados como idóneos para acercarse a La Mar.
Otro factor de desencanto de la zona es ver como sin orden ni control, como si fueran setas otoñales salen edificios de dudoso gusto, colmatando el hermoso paisaje que antaño fueron estos acantilados, el cemento y la avaricia de los de siempre están dejando esta zona de Galicia como la Marbella o el Torremolinos de turno, da pena que nadie ponga freno a estas barbaridades y conviertan estos espacios hoy aun libres, en el futuro en simples elementos urbanos, como si de un paseo maritimo se tratase de una población que supongamos se pudiera llamar “Las Catedrales del Mar”.
Espero que os gusten las fotos y por lo menos que vuestras mentes intenten parar la locura de tan ambicioso ladrillo.